jueves, 17 de septiembre de 2015

Un Regalo Para Un Canal de lo Divino

Muchas de las veces que el maestro Yogui Bhajan estuvo viniendo a Guadalajara, durante los 80s y 90s me toco estar aquí, desde que lo conocí, en los 70s procure que mi vida girara cerca de él, ya que consideraba que estaba entregando un conocimiento muy importante para la humanidad y quería estar presente cuantas veces pudiera, hubo épocas en que lo veía muy seguido de 2 o 3 veces a la semana, y cada una de ellas siempre me dejo una experiencia importante, después de hacer pininos de psicología en la universidad, se me atravesaron los libros de Carlos Castañeda, y me pase años intentando dominar algunas de sus prácticas, y se me figura que en alguna ocasión me pude haber topado con Don juan, pues una vez que pensaba en él y caminaba por las calles de Hermosillo practicando sus técnicas, cuando de repente se me cruzo una persona que muy bien pudo haber sido Don Juan, ya que me saludo al estilo hindú como diciendo namaste, inclinándoseme y poniendo las manos a pecho, el personaje iba vestido con ropa y sombrero de campesino y aparentaba estar muy relajado, lo interesante es que yo no llevaba turbante ni iba vestido como yogui además en esa época me había cortado el pelo para conseguir un trabajo por ahí, yo me quede en un estado extasiado o como dirían en el zen entre en “satori”, ya que no le cuestione ni le pregunte nada, solo le salude del mismo modo, es increíble los diferentes estados de conciencia que existen en este mundo, desde los sutiles y sublimes hasta los más burdos y penosos, total esos encuentro con Yogui Bhajan no eran nada diferentes a los que narraba Carlos Castañeda en sus libros, una vez que lo acabábamos de recoger en el aeropuerto de Guadalajara, al venir manejando de regreso, me preguntaba, ¿Qué le puedo regalar a este hombre, si ya lo tiene todo? Esta iluminado, es excelso, la naturaleza y el mundo se le brindan, de sus labios solo sale un conocimiento eterno que trae paz luz y esperanza al alma, es el ser más exquisito y maravilloso que jamás he conocido, todo en él era una magia y misterio, amor inocencia fortaleza y pureza, e inspiraba un profundo amor espiritual, su gracia, elegancia y majestuosidad eran únicas, y yo pensaba, que ¿le puedo regalar? Veía a los demás compañeros comprarle los regalos más bonitos que el dinero puede comprar, y yo pensaba, no, nada de eso alcanza, y manejaba y pensaba ¿Qué le puedo dar? Manejaba rumbo al hotel Hyatt regency, que ahora es el Presidente que esta frente a plaza del sol, en Guadalajara Jalisco, Cuando ya me acercaba y estaba como a una cuadra de avenida López Mateos más o menos cerca de la tienda Gigante que ahora es Suburbia, donde hay unos cubos, en una esquina vi que alguien estaba vendiendo unos arrayanes, de los grandecitos, creo que les dicen arrayan guayaba, en cuanto los vi, me dije, ¡ese es mi regalo!, lo llame y le compre todos los paquetes que traía, y cuando llegue al hotel, al llegar al cuarto se los entregue todos a una de las secretarias para que se los diera, después supe que le habían gustado tanto que hasta mando alguien al mercado de abastos a comprar una caja entera, ese día le di al clavo. Aun así yo pensaba, él ya es Uno con Dios, en su conciencia ya llego al samadhi, desde los 16 años su maestro ya lo había declarado iluminado, así que si Dios fluye a través de él, pensaba ¿Qué se le pude regalar a Dios si Dios es el dador de todos los regalos? A pesar de su grandeza, era inocente, y no era nada, súper humilde de lo humilde, extraña combinación para las mentalidades occidentales, donde por lo general humilde es sinónimo de pobreza, y aquí este ser se proyectaba con suma majestuosidad, su ropa siempre era muy elegante, podías pensar que estabas frente a un emperador, y lo era, pues había conquistado el reino de la espiritualidad, sin dualidad, ni temores, su valentía y seguridad eran la de mil leones, y su luz cubría no sé si todo un kilómetro, pero se le acercaba, les platico esto no para promover a Yogui Bhajan, que cada quien encuentre un maestro con el que se identifique, después de todo, no importa quien haya sido tu maestro, el maestro lo traemos todos en nuestro interior, solo les estoy narrando como yo lo percibía. Cuando conocía a este ser, me decía de donde saldría, ¿que habrá en esas tierras de donde el venia? Mi espíritu inquisitivo y científico buscaba una respuesta, y la tuve, con el paso de los años fui descubriendo además lo que era la madre India, y por esos lugares orientales surge un maestro poeta y sufí conocido como Rumi, y hoy les comparto una de sus poesías que me hicieron recordar esta historia y que también se la regalo a una admiradísima persona. Sat Nam. “No tienes ni idea de cuánto me he esforzado en encontrar un regalo para Ti. Nada parecía adecuado. ¿Qué sentido tiene llevar oro a una mina de oro, o agua, al Océano? Todo lo que traía era como llevar especias al Oriente. No era un bien darte mi corazón y mi alma, Porque Tú ya los tienes, Así pues, Te he traído un espejo... ¡¡Mírate a Ti misma, hermosa mujer!! Y recuérdame. Rumi —Ravi Nam Singh

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